sábado, 9 de mayo de 2009

La arquitectura en la literatura de la generación del 27: acerca de la obra de Rafael Alberti (casas, ciudades y paisajes perdidos)


Joan Carles Fogo Vila

La relación entre dos ámbitos creativos como la arquitectura y la literatura, con tantos aspectos comunes en su construcción de espacios habitados y paraísos personales, es notable en las obras de los autores más importantes de la generación del 27 (Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Emilio Prados y Pedro Salinas). En la literatura de esta generación, con numerosas relaciones personales y profesionales con la generación de arquitectos del movimiento racionalista del 25 y del GATEPAC, es posible analizar sus espacios de confluencia con la arquitectura, desde la inocencia infantil de las primeras miradas hasta las últimas hojas de las arboledas. En sus escritos hay una arquitectura perdida, una intensa evocación de casas, ciudades en plena transformación urbana y paisajes distantes recordados, especialmente en el forzado exilio de algunos autores a países lejanos y en el exilio interior de otros, a la búsqueda de paraísos como lugares de identificación personal en un entorno sumamente conflictivo, ensangrentado por la guerra civil española y la segunda guerra mundial. La memoria de aquel pasado, tras el derrumbe de tantas esperanzas y el trauma de la guerra civil, cobró una relevancia especial en la distancia del exilio.
Son testimonios que muestran las experiencias de los espacios habitados, en evocaciones diferenciadas por la mirada personal, el paso del tiempo y por unas circunstancias históricas que tensaron al extremo muchos recorridos vitales. Se trata de la búsqueda de espacios habitados, en sus matices menos aparentes, más sutiles y misteriosos, en una arquitectura descrita con la precisión y calidad literaria de las obras de estos autores.
Se encuentran fragmentos de confluencia, a menudo de manera inesperada, entre las experiencias literarias y arquitectónicas, en miradas que la práctica profesional de proyectos, dictámenes y rehabilitaciones enriquece progresivamente, en las fuentes literarias y los espacios reconocidos que tanta información nos ofrecen de sus habitantes.
Los ecos de aquella brillante generación de arquitectos y escritores, en años esperanzados de modernización truncada por la guerra civil, dispersados por las circunstancias adversas, no pueden perderse definitivamente, deben permanecer todavía en aquellas luminosas azoteas andaluzas, en las retamas de sus litorales, en las terrazas del barrio madrileño de Argüelles, en las arboledas argentinas, en La Gallarda de Antoni Bonet entre los pinares de las costas uruguayas y, más recientes, en las viejas casas del Trastevere. También en los patios de luz tamizada de la casa natal de Cernuda y de la estrecha calle del Aire, en el centro histórico de Sevilla, permanecen entre sus muros, sin ser olvidados del todo, sus lejanos sueños iniciales.

Barcelona, 5 de noviembre de 2007

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